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dimarts, 4 de novembre del 2003

Textos: Rainer María Rilke

G. Abril m'ho envia. Gràcies.
"[...]No puedo dormir sin la ventana abierta.
Los tranvías ruedan estrepitosamente a través de mi habitación.
Los autos pasan por encima de mí. Suena una puerta. En algún sitio cae un vidrio chasqueando.
Oigo la risa de los trozos grandes de cristal y la leve risilla de las esquirlas.
Después, de pronto, un ruido sordo, ahogado, al otro lado, en el interior de la casa.
Alguien sube la escalera. Se acerca, se acerca sin detenerse. Está ahí, mucho tiempo ahí, pasa.

Otra vez la calle. Una chica grita: " ah! Tais toi, je ne veux plus!".
El tranvía eléctrico acude, todo agitado, pasa por encima, más allá de todo.
Alguien llama. Hay gentes que corren, se agolpan. Un perro ladra. ¡Qué alivio! Un perro.
Hacia la madrugada hay hasta un gallo que canta y es una infinita delicia. Después, de pronto, me duermo.

Hay los ruidos. Pero hay algo aún más terrible: el silencio.
Creo que en los grandes incendios sobreviene a veces un momento de máxima tensión: los chorros de agua declinan; los bomberos no trepan ya ; nadie se mueve.
Silenciosamente una negra cornisa se desprende desde arriba, y un alto muro, tras del que salen las llamas, se inclina sin ruido hacia delante.
Todo está inmóvil y espera, encogidos los hombros y juntas las cejas, el tremendo desplome.
Así es aquí el silencio."
de Rainer María Rilke. Los apuntes de Malte Laurids Brigge.